La tierra es del viento

Publicado en por Fēi nán

La frase, falsamente atribuida a Pocahontas, es genio y cuño de Rodríguez Zapatero. La tierra es del viento. Me he acordado del arrebato poético del presidente este mediodía mientras almorzaba patatas guisás: montones de arena y bolsas de basura bailaban en un oligofrénico remolino en el descampado seco y arisco que tiene mi casa por vista.

Empiezan a bajar las temperaturas sin piedad. Garganta fría busca bufanda caliente. Frío, frío, frío. Y mucho viento. Aquí hace un frío que ni el lobo y-soplaré-y-soplaré-y-soplaré, ni Charlie y Katrina bufando al alimón, oiga.

El viernes pasado, precisamente, fue uno de esos días huracanados que parecen haberse hecho ya fijos en el calendario. No obstante, decidimos los profes desafiar a Céfiro y abandonar por una noche el calor de nuestras chabolas para disfrutar de la que fue una entretenida velada en los bajos, de precios altos, de un hotel de cinco estrellas de la zona más chic de la ciudad. Al entrar en este, dos chinas guapísimas (pese a ir vestidas a lo María Jiménez) nos escoltaron hasta la puerta de un bar-restaurante-karaoke dentro del complejo hotelero, gigantesco. Regentado por un australiano que se vino a la ciudad hace 8 años a dar clases de inglés y que ahora está montado en el yuan, el garito en cuestión es el lugar de la ciudad que más guiris (dios, ahora el "guiri", ese vocablo en mi boca a veces arrojadizo, soy yo) concentra por metro cuadrado. Clientes del hotel, la mayoría. Hombres de negocios con mucha pasta, vaya. Estuvimos allí casi tres horas de cerveceo y karaoke (lo uno, ¡salud!, lleva a lo otro)... hasta que una ráfaga de viento jodió no sé muy bien qué, y se fue la luz. 10 inquietantes minutos a oscuras, algún que otro grito y tropecientos camareros desbordándonos a diestra y siniestra: lo más parecido que haya vivido a una peli de terror japonesa.

Por último, mi primer encontronazo con el viento. Domingo 21 de noviembre. Tarde de perros después de una mañana limpia y soleada. Estoy camino de vuelta a casa después de una larga tarde guareciéndome del frío en el "Territorio Vaquero" de XIN MATE, el Corte Inglés de aquí en cuyo poder está también decidir cuándo empieza la Navidad o cualquier otra fiesta que encarte. Cojo un bus hasta la bandera (por suerte, y no es coña, los chinos emiten menos fragancias corporales que los occidentales) y me bajo en la parada que está más cerca de mi universidad, a unos 15-20 minutos. Tardo 45, caprichito del viento, que, aún no contento, me tiene reservados 5 minutos de glorioso descuento: a punto de alcanzar el portal de mi casa, ¡zas!, un árbol me propina tal ramazo que, amén de arañarme la cara, me tiene corriendo detrás de unos CK por todo el campus. ¿A tomar por viento los calzones? ¡Ni hablar! Orgullo arañado.

Mañana les pondré a mis alumnos VOLVER, de Almodóvar, que pone en boca de uno los personajes una frase genial: "Es este viento solano, que nos vuelve locos a todos."

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<br /> Enhorabuena Feinan, ¡¡has conseguido publicar tu primera entrada sin ayuda!!<br /> <br /> Pobrecico. Pues si hace tanto viento, ya no busco trabajo en tu ciudad, ea. Que yo paso de ir corriendo por mitad del campus detrás de unas bragas.<br /> <br /> <br />
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