Chinital tú, chinitol yo
Bien, ya estoy aquí.
De entrada, en mi primera entrada, darle las gracias a la blogmáster, a mi querida Esperanza, por albergarme en su bitácora.
Estoy muy contento de poder compartir con ella esta chocita dentro del cosmos cibernético. ¡Qué mejor compañera de batallas y duelo de contrastes? Quizá, ay, demasiado buena, porque... ¿Y ahora yo de qué leches hablo? La muy joía me ha pisado ya (casi) todos los temas habidos y por haber; y no sólo (me perdone su majestad la Real) eso: es que en su bienvenida me ha spoileado unos cuantos posts más. En fin, je, je, haremos lo que se pueda...
La envidia -dice Xī wàng- me corroía, sí, para qué negarlo, e hice las maletas de inmediato... China, oh, China. Here I am! Finally! ¿Dónde? Pues en Rizhao, seh, la ciudad, en efecto, de nombre impronunciable (ahora entiendo por qué los chinos a los que asaltaba por Ciudad Jardín me ponían cara de póker, rollo WTF, cuando les pronunciaba, ¡ja!, el nombre de mi ciudad).
Rizhao es una ciudad medianita tirando pa' pequeña. Un pueblo, dicen. Pues bien: la broma de pueblo tiene la friolera suma de 3 millones de chinorris, ahí va, que se dice pronto. Algo que no pasa de ser, achús, un moquito perdido en el último rizo nasal de China, es tan grande como la ratzingeriana Barcelona (cuando les digo a mis alumnos la población de España, que yo inflo a inmigrantes inútilmente, se parten la caja).
El nombre de la ciudad, rì zhào 日照, viene a recoger un proverbio chino que reza algo así como “el lugar que recibe los primeros rayos de sol”, que yo ignoro qué tipo de proverbio es ése, pero ahí está.
Su situación geográfica, por otra parte, es privilegiada: anclada en la costa de una de las provincias más boyantes de China (en Shandong, 90 mill.), Rizhao se encuentra justo a caballo entre Pekín y Shanghai, y a tiro de pichón de Corea del Sur y Japón, que yacen Pacíficomente justo en frente. Ni que decir tiene, je, je, que pienso visitar ambos países... :-) En fin, que ya os hablaré más adelante de mi ciudad con más detenimiento; apenas la he visitado todavía.
Ahora mismo me hallo en mi apartamento, viendo (y sólo viendo, claro) las noticias en chino (cuando redacto estas líneas aparece Sir Cameron en lo que parece una cumbre británico-china: poderoso y amoral caballero, Mr. Money...), dentro del campus de la universidad que ha cometido la locura de contratarme como profe de español.
La uni, que apenas tiene 5 añitos, está aún muy en pañales. Tan es así que la biblioteca todavía está under construction. En cuanto al departamento de español, apenas lleva funcionando 2 años y, a su cabeza, tenemos a una china, que se hace pasar por Blanca, y cuyo pintoresco español aprendió en un viaje a la Riviera Maya hace dos años. Inmersión en mojitos, imagino. Que le preguntas qué cómo evalúa a sus alumnos, ella responderá “¡qué bueno!”; que le comentas lo gélidas que empiezan a ser las temperaturas, le da igual, Blanca sigue con su coletilla, feliz toda ella: “¡qué bueno!”. Un show, de verdad. Pa' verla y escucharla.
Total que mis alumnos, de segundo curso, que en su vida habían estudiado español hasta llegar a la universidad (y en primero tuvieron, glups, a Blanca...), saben de español lo que yo de chino, o sea, nada. Miento: algo sí que saben, pero todo se queda un pura teoría fosilizada; se saben frases de novelas de memoria y las repiten como auténticos papagayos, pero luego son incapaces de engarzar más de dos palabras seguidas sin que Cervantes se remueva en su tumba. [En esto, por cierto, todo hay que decirlo, no se diferencian mucho de los españoles y el inglés: mucha gramática y listas interninaaaaaaaables de vocabulario descontextualizado (tan productivo como aprenderse las páginas amarillas de memoria, o así), nula capacidad comunicativa.] Pico (mucho darle al pico) y pala con ellos. A ver si consigo que s'arranquen a hablar. ¡Es el objetivo que me marco este año con ellos! ^^
Bueeeenorrr, queridos, me voy despidiendo hasta la próxima entrega, que quizá verse sobre cómo muevo masas incontenibles de fans por dondequiera que vaya (!) o quizá alumbre la historia de cómo hoy creí ver mi vida acabar, abrasado a lo “TOO-much-Roasted Chicken Little”, entre las llamas de un incendio... ¡Me voy a tomar un algo para la barriga (este mediodía he almorzado cangrejo frito bien picantito, uf, y me está ulcerando), a skypear con mis padres y luego me veré una peliculilla antes de irme a la cama!
¡Hasta la próxima!
CODA: Tengo que hacerme con una cámara de fotos para ir subiendo algunas aquí, pero eso será cuando la economía lo permita, c'est à dire, en los primeros compases de diciembre, cuando mis jefes aflojen la pasta.